17 de enero, 2018. En un célebre pasaje, Fausto habla de dos almas que habitan en su pecho queriendo separarse la una de la otra. Una se aferra a lo terrenal, la otra levanta su vuelo hacia las alturas. Esta forma de Goethe de describir la conflictiva dualidad de lo humano puede ser útil para acercarnos a algunos de los grandes dilemas del futuro Gobierno de Sebastián Piñera, donde todo dependerá de la capacidad de mantener con vida la tensión entre impulsos divergentes sin que el uno desplace o destruya al otro. A continuación esbozo dos “epicentros de tensión” que, a mi juicio, serán vitales durante su mandato.
El primero estará dado por la tensión entre, para decirlo cortamente, el sector y el país. Expresándolo de otra manera, con quién y con qué propósito político gobernar. Los polos de tensión pueden definirse en torno al cómo medir el éxito político de la gestión del Presidente electo. Se ha señalado reiteradamente que la prueba definitiva de ese éxito será la entrega del mando en 2022 a un representante de Chile Vamos. Este, por decirlo así, es el “objetivo tribal” de su mandato: mantener el poder dentro de “su sector”. En el polo opuesto tenemos un “objetivo de país” que busca garantizar la continuidad de su desarrollo aun en el caso de que “el sector” no retuviese el poder. En esta perspectiva, lo esencial es generar un consenso hegemónico acerca de los grandes lineamientos que Chile debe seguir para alcanzar su desarrollo integral..
Artículo publicado en www.pulso.cl 17/8/17. Leer artículo completo