21 Agosto, 2017. MADRID.- El terrorismo fascinó siempre a Albert Camus y, además de una obra de teatro sobre el tema, dedicó buen número de páginas de su ensayo sobre el absurdo, El mito de Sísifo, a reflexionar sobre esa insensata costumbre de los seres humanos de creer que asesinando a los adversarios políticos o religiosos se resuelven los problemas. La verdad es que, salvo casos excepcionales en que el exterminio de un sátrapa atenuó o puso fin a un régimen despótico -los dedos de una mano sobran para contarlos-, esos crímenes suelen empeorar las cosas que quieren mejorar, multiplicando las represiones, las persecuciones y los abusos. Pero es verdad que, en algunos rarísimos casos, como el de los narodniki rusos citados por Camus, que pagaban con su vida la muerte del que mataban por “la causa”, había, en algunos de los terroristas que se sacrificaban atentando contra un verdugo o un explotador, cierta grandeza moral.
Artículo publicado en www.lanacion.com.ar 21/08/2017. Leer artículo completo