24 de marzo de 2018.
Escribo estas líneas en Lima mientras veo desmoronarse algo mucho más importante que la Presidencia del renunciante Pedro Pablo Kuczynski, el hombre que traicionó a millones de votantes, yo incluido, por lo que ocultó y lo que hizo, y que se ha ganado en la historia un lugar en la larga lista de gobernantes ignominiosos.
Lo que veo desmoronarse es al sector moral del país, también llamado, según las circunstancias, “democrático” o “decente”. Todos los presidentes que ha tenido el Perú desde el retorno de la democracia por obra de ese sector están presos, fugados o bajo investigación. Todos ellos ganaron las elecciones porque ese sector moral, muchas veces haciendo de tripas corazón, evitó que volvieran al poder quienes en los años 90 habían convertido la política peruana en una pocilga pestilente. Pero, periodo a periodo, el deterioro institucional y político, a pesar de una economía razonablemente funcional luego de un episódico “boom” relacionado con las materias primas, iba facilitando ese perverso proceso mediante el cual un país relativiza los males del pasado y pierde la capacidad de transmitir de generación en generación las lecciones de la historia reciente.
Artículo publicado en www.latercera.com 24/03/2018. Leer artículo completo