6 de enero de 2018.
Que Pedro Pablo Kuczynski, para salvar su pellejo (o creer que lo salvaba, ya que la historia no está escrita, a pesar de los historicistas) pactara con el fujimorismo tomando la grave decisión de indultar por razones humanitarias al ex dictador peruano Alberto Fujimori, autor mediato de crímenes de lesa humanidad, no sólo tiene, como se ha visto, consecuencias internas. Las tiene también externas, y sobre ellas se ha dicho mucho menos de lo que debería. No sólo afectan al Perú como actor regional: también a sus vecinos inmediatos o mediatos.
En cuestión de pocos días, el Perú entrará en un proceso que podría suponer un serio revés jurídico internacional -y por tanto político- para el gobierno de PPK. De ser así, el lugar de liderazgo simbólico que ocupaba el Perú desde la recuperación de la democracia en el concierto interamericano se verá seriamente mellado. Ese prestigio regional, por cierto, ya estaba en vías de erosión desde hace mucho rato, dados los graves cuestionamientos éticos contra varios presidentes de la etapa democrática, en gran parte, aunque no únicamente, a raíz del caso Odebrecht. Pero lo que puede ocurrirle a Kuczynski en la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) en relación con el indulto de Fujimori -ya que a eso es a lo que me estoy refiriendo- aceleraría considerablemente el deterioro de la posición regional del Perú como “caso” de éxito contemporáneo en América Latina.
Artículo publicado en www.latercera.com 06/01/2018. Leer artículo completo