“Para entretenerme, cogí las memorias de André Malraux, un libro que he decidido cien veces que no valía el esfuerzo de ser leído, porque los personajes, entre los que figuran algunos de los principales líderes del siglo XX, se achican para someterse a la estatura desproporcionada de Malraux y dicen, tímidos y siempre a la orden de su interlocutor, todo lo que el autor de este texto quiere que digan”.